Hablemos por un momento en serio (solo
por un momento): ¿de verdad el negocio del entretenimiento no da
para más en España? ¿ésto es lo mejor que nos pueden ofrecer los
mas grandes profesionales en lo que se supone que debe ser la gala y
la noche más espectacular de nuestro cine? Está claro que no, por
lo que las cosas no se hacen del todo bien.
Si el primer año de Buenafuente me
quedé mas o menos satisfecho, al segundo, coincidente con el 25
aniversario de los premios, le falto algo más, máxime tratándose
de una fecha tan señalada. Quizá internet, Sinde y sus diferencias
con el entonces Presidente empañaron la celebración.
Hace varios meses la Academia a través
de las redes sociales sondeaba al público preguntando quién sería
para ellos el/conductor(a) de los premios. No dudé ni un segundo en
proponer a Eva Hache. Cara televisiva en su mejor momento, ágil,
fresca (en los dos sentidos de la palabra), mordaz, con una vis
cómica difícil de encontrar y, he aquí mi error, pensaba que era
capaz de llevar la gala a terrenos cercanos a la genialidad de Rosa
Mª Sardá (para mi la mejor conductora de los premios por los siglos
de los siglos. Amén).
Siendo justos no podemos decir que Eva
estuviera mal ni muchísimo menos. Mal estuvo Antonia San Juan, que
nos amargó la noche. Pero a la Hache le faltó quizá ser más
crítica, le faltó esa acidez de la que rebosa en La Sexta (quizá
un cadena más libre) y que la hace mas brillante, mas genuina.
Correcta y con algunos chistes buenos le faltó soltura en el
conjunto, como si aquello le quedara grande a veces, quizá porque se
iba dando cuenta que muchas de las bromas ya han sido usadas (ay,
Twitter que a todos inspira!) y sonaban a algo ya oído varias veces.
El resultado fue más o menos soportable, pero con esa sensación de
“no ha estado mal”, muy lejos del “qué bien me lo he pasado,
quedamos el año que viene” que se merecen nuestros premios.
Lo Mejor:
Sin duda las incursiones en las
películas. Sí, imitación total a Billy Cristal (al que incluso
nombró), pero es muy difícil a estas alturas no hacer referencia a
uno de los mas grandes conduciendo premios y el resultado merecía la
pena.
Lo Peor:
La escenografía, que me llevó a Los
Goya de los 90´s. Qué manido está el temita del cine y qué poco
aprovechada una escenografía que más que retro, como pretendía,
resultaba antigua y un poco hortera.
Los números musicales. De toda la
vida: “Manolete, si no sabes torear, pa que te metes”. Pues eso.
La gala empezó con un número que pretendía ser gracioso, pero que
da vergüenza ajena. Lo siento, pero no. Las cosas o se hacen bien o
no se hacen. Único número de la gala, 364 días para montarlo y
resulta algo que no se escucha, que no se entiende y que parece una
actuación de colegio. Pues señores, mejor no. Del Rap mejor ni
hablamos, que no sé de donde viene el empeño en que “los chicos”
hagas siempre el ridículo. El pobre Resines soñará con esto...
aunque después de “Cheers” está curado de espanto.
Tanto cambio de vestuario de Eva para qué? Eres Ana Obregón? En un
año presidido por la crisis y total, para no hacer nada, quédate
con el fantástico Smoking de David Delfín, uniforme ideal para una
anfitriona con estilo. Porque el vestido-corsé y el traje de ojos
(como si no tuviéramos bastante con los suyos, bien saltones) son
para denunciarla por delito contra la sanidad pública o algo.
La falta de seguridad ya da hasta
miedo. Después de que Jimmy Jump lo lograra el año pasado este año
no ha habido un espontáneo, si no dos! ¿Alguién me explica como
logra esta gente no solo colarse en en el Palacio de Congresos, sino
llegar al escenario? Claro, que si se cuelan Sonia Monroy y Yola
Berrocal me espero cualquier cosa...
Un último apunte: es curioso que hubieran dos grandes robos de protagonismo en la gala. Por una parte Santiago Segura se hizo con el personal en sus 5 minutos de intervención (por qué no tuvo ese guión la presentadora?!!). Y el momento Silvia Abascal, el más emocionante de la noche por encima del Goya de Honor.
Secundo las palabras del crítico que
ha definido esta edición más cerca de “La voz dormida” que de
la “La chispa de la vida”.
2 comentarios:
AMÉN, HERMANO!!
A lo mejor hay que irse pensando en darle a Santiago Segura la conducción de la gala; fue fresco, pinchón, y hace el tipo de humor que da en el clavo y por el que nadie puede molestarse.
Pero vamos, que donde se ponga la Sardá... eso sí que lo secundo.
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