Cuando uno compra entradas
para ver “La Gran Depresión”, seamos sinceros, ya sabe a lo que
va. Quiero decir que el espectador en ningún momento espera ver
“Medea” o “La voz desnuda” de Cocteau. Lo que uno busca en
estos espectáculos es pasar un buen rato de la mano de dos amigas
que son como de la familia porque hemos crecido con ellas. Y sabemos
de antemano lo que nos van a dar artísticamente. Porque Loles León
y Bibiana Fernández no son precisamente Nuria Expert ni Blanca
Portillo, pero ni falta que les hace. A veces uno necesita este tipo
de entretimiento y asumirlo sin complejos ni juicios de moral. Esto,
señores, es tan teatro como una tragedia griega o un siglo de oro de
Calixto Bieito. Uno no sólo vive de “Informe Semanal”, a veces
la mente también necesita un “Tu cara me suena” de vez en cuando -por hacer un paralelismo televisivo innecesario pero divertido-.
La función bien podría
llamarse “La gran evasión”, porque es una hora y media libre de
preocupaciones y risa perpetua. Pero también porque la historia,
aunque construida a través de un guión excepcional, da igual. El
juego lo establecen ellas, en ese doble juego persona/personaje
incluso personaje/personaje me atrevería a decir en el caso de
fenómenos mediáticos. Hay muchos momentos en los que no importa lo que dicen, ni tan
siquiera lo que hacen, lo importante es lo que son.
Marta y Manuela son dos
amigas que se reecuentran tras 8 años sin verse. Quizá sea éste el
peor momento de sus vidas, pero el mejor momento para mostrarnos todo
lo que llevan dentro. Así conocemos sus vidas, sus aventuras, sus
amores, sus miedos, sus fracasos, sus reproches y a todas esas
mujeres que viven dentro de ellas, algunas muy lejos de la imagen que
proyectan sobre los demás. Los 80 marcaron para siempre a estas dos
mujeres que a pesar de llevar otro tipo de vida siguen siendo
adictas. Bastará unas horas para descubrir que continúan
enganchadas, que son unas “yonquis” de la imagen, de los hombres,
de los sentimientos y de esa eterna búsqueda de todo aquello que las
haga sentir vivas, lo que las llevará a un retorno a esos años
dorados, pero ahora con la madurez de todo lo vivido, la seguridad y
la perspectiva (vital para reírse de todo, único remedio infalible)
que sólo la experiencia es capaz de dar.
Tampoco defraudan Dunia
Ayaso y Félix Sabroso con un estupendo guión. Fan de ellos desde
que descubrí la imprescindible “Perdona bonita, pero Lucas me
quería a mí”, después de grandes trabajos como “Los Años
Desnudos”, “La Isla Interior” o la fantástica “Mujeres”
para TVE, se han convertido en unos grandes del espectáculo de
nuestro país que se mueven en el cine, el teatro o la televisión
con la misma facilidad y siempre cubriendo grandes dramas personales
con un humor maravilloso. Un humor ácido, ágil, inteligente, a
veces incluso cruel, pero catárquico y terapéutico. Siempre
planeará sobre ellos y sus trabajos la sombra de Almodóvar
(productor a veces, por cierto), sombra que inevitablemente se alarga
tratándose de Loles y Bibiana, que llevan eso de ser “chica
Almodóvar” en los genes. De hecho anoche pensé que a veces
Almodóvar también es de alguna manera “chico Bibiana o chico
Loles”. Las comparaciones con el universo del manchego no eclipsan
en absoluto el trabajo de estos dos creadores que están a un solo
paso de tener el privilegio de ganarse ya un universo propio, aunque
tengan lugares comunes como Benarroch, Alaska y el gran Juan Gatti
(autor del maravilloso y vistoso cartel que tan bien nos vende la
obra).
“La gran depresión”
resulta pues algo que pretende ser “Alta comedia” (lo consigue a
ratos) pero que quizá solo lo sea en su planteamiento y en el guión.
Pero las actrices hacen suyo el texto hasta tal punto de llevárselo
más cerca del vodevil donde las “morcillas” y la improvisación
arrancan risas (tienen tablas y se nota), pero resta al conjunto.
Entre esos viajes de estilos se va perdiendo el ritmo. Hasta tal
punto de hacerse pequeños silencios que el espectador no entiende (y
que yo juraría que son pequeñas” idas de olla” y lagunas en el
guión), algo absolutamente imperdonable en dos mujeres todo terrenos
con tantos años bajo el foco. Pero se les perdona. Incluso volvería
a verlas. Como dice Bibiana en la función “he dejado mis
adicciones, ponme una copa para celebralo”.
2 comentarios:
Boquiabierta me he quedado, he notado que has madurado como "escritor", me ha gustado como lo has analizado, comparado y reseñado.
Que bonito es sorprenderme contigo, a pesar del tiempo, eso es un lujo que tú sabes que yo valoro enormemente.
;***
estoy muy contigo...pero yo soy mas entusiasta y así lo hice ver en mi post acerca de ello!
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