De repente no eras tú.
A las fotos, las que nos hicimos
juntos, se les fue el color. Los atardeceres dejaron de ser naranjas.
Y nuestra librería se llenó de libros
en blanco y marcos vacíos.
De repente no era amor.
Los besos eran un acto reflejo, un
ritual monótono. Los abrazos sólo cosa de uno.
Te sentía lejos aunque estuvieras a mi
lado y no te oía, aunque me hablaras al oído.
De repente era yo.
El espejo me devolvía la mirada. Solté
la cuerda para volar, venciendo miedos y vértigos.
Y la vida fue una aventura inesperada.
Y todo así, de repente...
1 comentario:
De repente ya era un extraño.
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